Inteligencia emocional y salud en adolescentes

Autocontrol emocional, regulación emocional, expresión emocional, percepción emocional, inteligencia emocional y así podríamos seguir, enumerando términos y conceptos relativos a nuestras emociones y que recitamos como un mantra sin reflexionar sobre su significado y la relevancia que tienen en nuestra salud y bienestar diarios.

En el caso de los/as adolescentes cobran especial importancia, al ser esta una etapa caracterizada por el descubrimiento emocional, su magnificación y una alta intensidad en las vivencias y emociones. Es una etapa emocional y emocionante.

Las emociones forman parte del sistema de respuesta que nuestro cerebro tiene, ante distintas situaciones de nuestro entorno, para que reaccionemos apropiadamente y de manera rápida. Nuestro organismo, a través de las emociones, se pone en marcha para emprender y ejecutar acciones sin que nuestro cerebro sea consciente.  Así podemos huir, atacar, quedarnos paralizados, o defendernos sin ser conscientes de los procesos que ocurren en nuestro cuerpo.

Las emociones básicas, el miedo, la tristeza, el enfado, la alegría , el asco y la sorpresa, tienen un conjunto de características comunes en forma de respuestas fisiológicas, cambios en la atención, la percepción y una experiencia subjetiva (sentimientos) que son universales, se dan en todas las culturas y las compartimos con el resto del reino animal, en especial con los primates.   De estas emociones básicas derivan otras, las emociones complejas, como el orgullo, la vergüenza, la culpa , los celos, que están vinculadas con las interacciones sociales y culturales y que no tienen una determinación biológica para la acción como las emociones básicas, sino que nos condicionan y nos guían en las relaciones interpersonales, en las  vivencias sociales, en nuestras relaciones con el entorno. 

El concepto de inteligencia emocional apareció a finales del pasado siglo XX y se presenta como una inteligencia que incluye la capacidad para utilizar la información sobre nuestros estados de ánimo y la colaboración entre los procesos de  pensamiento y de emociones, para adecuarnos a nuestro entorno y las distintas situaciones que habitualmente vivimos.

La inteligencia emocional es la habilidad y capacidad para percibir, expresar, comprender y utilizar emociones.  Nuestras habilidades emocionales son fruto del aprendizaje y aunque venimos al mundo con algunas capacidades preestablecidas (dotación genética ADN), nuestra inteligencia emocional, nuestra capacidad y habilidad emocional y nuestra sensibilidad, dependen de lo que aprendemos, de los que nos enseñan, de nuestras experiencias y vivencias y de cómo las percibimos.

Existe una relación directa entre la salud (física y psicológica) y la inteligencia emocional que en la adolescencia, por ser la etapa del desarrollo humano de mayor intensidad emocional, se intensifica y por ello,  las  conductas y las vivencias de nuestros/as adolescentes están muy influenciadas por su inteligencia emocional, por su capacidad  para entenderse a sí mismos/as y a los/as demás.

Numerosas investigaciones demuestran que los/as adolescentes con más habilidades emocionales, con mayor inteligencia  emocional, tienen mejores relaciones sociales, mayor cantidad de estados emocionales positivos, una mejor aptitud hacia el centro escolar y los profesores y un mayor bienestar en general.  La inteligencia emocional en los/as adolescentes es un factor de protección en asuntos tan relevantes como la salud mental, las adicciones, la agresividad (conductas desafiantes)  o el fracaso escolar.

La inteligencia emocional mejora las relaciones personales y sociales. Los/as adolescentes con alta inteligencia emocional son más empáticos, comprenden y regulan mejor sus estados emocionales y los de los demás. Tienen unas relaciones de mayor calidad, más positivas, se sienten apoyados por su grupo, son más sensibles y menos conflictivos.

La inteligencia emocional aumenta el bienestar psicológico.  Los/as adolescentes con alta inteligencia emocional utilizan mejor sus estrategias de afrontamiento de los problemas, perciben los estresores como menos amenazantes y tienen una mayor capacidad para afrontar experiencias emocionales negativas.

La inteligencia emocional aumenta el rendimiento académico. Los/as adolescentes con alta inteligencia emocional se autorregulan mejor para realizar sus tareas con regularidad, para no dejarse influenciar por actividades alternativas y para soportar mejor la frustración al no obtener los resultados esperados.

La inteligencia emocional facilita la no aparición de conductas de riesgo. Los/as adolescentes con alta inteligencia emocional  responden ante situaciones de estrés de manera controlada , muestran actitudes más positivas hacia la familia y el centro escolar,  y no necesitan ayudarse de tabaco, alcohol, drogas u otras sustancias adictivas, para reparar sus estados de ánimo negativos.

Adolescentes con alta inteligencia emocional tienen buenas habilidades sociales, buenas habilidades emocionales, se relacionan mejor con los demás, tienen bienestar psicológico, obtienen mejores resultados académicos, son poco agresivos/as y son  participativos/as y cooperativos/as.

A qué estamos esperando para dotar de estas capacidades a nuestros hijos/as?. Pongamos en valor el valor de las emociones y de la INTELIGENCIA EMOCIONAL.