Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).

 

Con esta terminología se clasifica a los menores con conductas impulsivas y de falta de concentración, tanto en el ámbito familiar como en el escolar. Está clasificado clínicamente como un trastorno del neurodesarrollo aunque para su diagnóstico no se cuenta con ningún marcador somático y la pertenencia de un menor de edad a este grupo de personas con TDAH o no , depende únicamente de sus conductas.

 

Son niños, niñas y jóvenes con dificultades para controlar su comportamiento hacia un objetivo determinado, dificultades para pensar antes de actuar, dificultades para aprender de sus propias experiencias, dificultades para retrasar sus recompensas (prefieren algo de menor valía ahora, que algo muy bueno en el plazo medio y largo), dificultades para reducir su actividad motora cuando el contexto lo exige, dificultades para prestar atención y concentrarse, dificultades para seguir instrucciones, dificultades para planificar y organizar sus tareas, dificultades para mantener amigos y, en definitiva, dificultades para tener un normal desarrollo y relaciones sociales, familiares y educativas.

En los últimos 20/30 años, debido a mayores índices de escolarización, a los cambios en la pautas educativas, a cambios en los procesos de enseñanza y en las formas de relación entre maestro y alumno, entre otras, el interés por este trastorno (TDAH) se ha incrementado notablemente y ha pasado a ser un fenómeno social. Ello genera sobre diagnóstico de TDAH, de forma tal que muchos niños o niñas que muestran cierta actividad y que no permanecen sentados todo el día en el colegio y en casa no atienden a la primera o se despistan con frecuencia, en ocasiones son diagnosticados de TDAH. Es muy importante, por ello, una correcta evaluación de este trastorno y para ello se hace necesario acudir a profesionales especializados (psicólogo de la salud o médico psiquiatra ).

 

El TDAH es, normalmente heredable (pasa de padres a hijos) y se produce por un uso deficiente de la memoria de trabajo que hace al menor fallar en tareas de planificación y concentración. Es muy relevante esto, ya que se trata de un “uso indebido” y no de un “defecto”, por lo que una terapia adecuada, fundamentada en un aprendizaje por parte del menor, de un uso adecuado de su memoria de trabajo, ayuda a solucionar el problema en muchos de los casos.

 

Desde el ámbito de la psicología, el abordaje terapéutico que mejor funciona es la terapia cognitivo-conductual aplicada a los menores y a los padres y en ella se incluye también actuaciones con el centro escolar.

 

En nuestro centro de psicología, realizamos el proceso completo de evaluación, propuesta terapéutica, terapia con el menor, formación y apoyo a padres y familiares y coordinación con el centro educativo. Lo hacemos desde la perspectiva de ser un soporte y un apoyo en la tarea educativa paterna y evitando la excesiva patologización del problema.