Supera el miedo a hablar en público | Formación en Bilbao (2)

Estamos aplicando nuestro programa “Hablando se entiende la gente”, un espacio terapéutico en Bilbao (Bizkaia) para grupos de 8 personas que tienen miedo a hablar en público.

Un componente esencial del programa es la Educación en Psicología , de esta forma queremos que los participantes comprendan porqué les pasa lo que les pasa, porqué se bloquean emocionalmente, porqué es tan intensa y limitante la ansiedad que les produce hablar en público. A veces, tener una explicación de una dolencia, normalizar una conducta, nos puede ayudar a superar una limitación, es como subir el primer peldaño de la escalera que nos conduce al control emocional.

En este contexto hablamos de la mente colectiva y social, para entender mejor la importancia de lo social, de las relaciones interpersonales y de la relevancia de nuestra propia imagen y prestigio ante los demás. Es una cualidad intrínseca al ser humano, que viene de serie con todos nosotros al nacer. Es ADN puro y duro. Es inevitable.

Muchas de las acciones que realizamos tienen que ver con los demás.
Cuando hablamos de mente colectiva y social, nos referimos la forma en la que nuestra mente busca a otras mentes distintas para interactuar con ellas. Somos buscadores de otras mentes con las que compartir un rol determinado.

Esta mentalidad social guía nuestras motivaciones, nuestros sentimientos, nuestra atención, nuestros pensamientos, nuestra conducta. Nos ayuda a reconocer cuando se da una relación concreta, nos proporciona los pensamientos y sentimientos apropiados para mantener relaciones, nos proporciona sentimientos satisfactorios cuando las relaciones funcionan.

Nuestra mentalidad social atiende, vigila y controla lo que hacen los demás, la forma de relacionarse con nosotros, la forma de relacionarse entre ellos, y cómo nos relacionamos nosotros con ellos.
Tenemos el impulso innato de hacer cosas con los demás, de cooperar.

Desde que nacemos, indefensos, nuestra maduración cerebral, el aprendizaje del lenguaje, el pensar como humanos, está fuertemente influenciado por los cuidados que recibimos. Nuestro cerebro al nacer está atento al comportamiento de los demás(de la madre habitualmente) y responde a estos comportamientos de muchas maneras. Los bebes están especialmente atentos a las conductas y expresiones maternas, así como a su tono de voz y estos factores tienen un gran efecto sobre el cerebro y su maduración. Desde que nacemos estamos aprendiendo, absorbiendo patrones de conducta y formas de funcionar y relacionarnos.

Para reclamar cuidados, al nacer, emitimos señales, lloramos, si tenemos dolor o hambre, y así hacemos saber nuestras necesidades a nuestra madre. El llanto impacta de una manera especial en la madre que enseguida ofrece cuidado. Nuestro cerebro de bebe comprende el hecho de que nos están cuidando, que estamos a salvo y nos calmamos.

La secuencia es como sigue:
Angustia–Emisión de señal (Llanto)–Respuesta materna que alimenta o acaricia–Fin de la angustia.
Así, se crea un patrón de conducta (rol) entre la madre y el bebé que influye constantemente en la mente y en la fisiología de la madre y del bebé, incluso afecta a la expresión genética del recién nacido.

De modo que desde que nacemos, creamos roles con los demás, primero con nuestra madre, después y sucesivamente, con nuestros familiares directos, amigos, compañeros, familiares en sentido extenso, y creamos roles con los demás, de forma individual y colectiva; grupos de amigos, grupos de intereses, deportivos, políticos, etc., estamos constantemente creando roles con los otros, cooperando, y lo hacemos en contextos culturales determinados.

Esta creación de roles, de patrones de conducta sociales, junto con la cultura hace que muchas mentes humanas estén en contacto si necesidad de contacto físico.

La cultura, la ciencia y la tecnología surgen y se desarrollan gracias a esta mente colectiva y social, gracias a nuestra cualidad para cooperar entre nosotros. Compartimos y construimos nuestro conocimiento de generación en generación, avanzando. Si hay algo que le gusta a nuestro cerebro, que le gusta a nuestra mente, que nos gusta a todos, es hacer cosas juntos, es compartir ideas y pensamientos.Esta mente colectiva y social genera en todos nosotros un potente sentimiento de pertenencia.

Este sentimiento es la sensación que obtenemos al interactuar con los que nos rodean y es básico para sentirnos a salvo y para nuestro bienestar. Buscamos a otros que comparten nuestros intereses para cooperar, para aprender juntos, para crecer, para sentirnos parte de una comunidad. Si hay algo que ha revolucionado nuestra época es internet: nos apasiona compartir y buscar a otros como nosotros.

Sin embargo, este sentido de la cooperación y de pertenencia al grupo tiene su lado peligroso: nuestra mentalidad colectiva y social nos lleva a compararnos con los demás del grupo en términos de similitud y de validez, y podemos sentirnos aceptados y queridos, o bien marginados, no queridos y extraños.

En terapia nos encontramos muchos casos de personas, sobre todo jóvenes, que no encajan con ningún grupo, o que se sienten marginados.

La propia mentalidad colectiva y social, lo importante y relevante que es para nosotros, hace que seamos muy vulnerables al desapego social y nos mantiene en una constante vigilancia , nos hace temerosos, y tenemos miedo al desamparo, a la no validación de nuestras conductas, nuestras actitudes o nuestros pensamientos.

Cuando nos deslizamos por el tobogán del miedo y la ansiedad social, se ponen en marcha procesos biológicos y químicos en nuestro cerebro que difícilmente podemos controlar, que nos bloquean, que nos vuelven inseguros y que nos retroalimentan en el círculo del miedo a la no validación dentro del grupo. Esto es lo normal.

En este sentido, hay que hacer notar que la ansiedad social, la fobia social, el miedo a hablar en público no tiene nada que ver con que seamos más o menos competentes o menos válidos que otros. Enfrentarnos a procesos emocionales que nuestro organismo, siempre atento y a la defensiva, pone en marcha involuntariamente,no es fácil.

Tenemos que aprender, como otros han aprendido antes. Todos conocemos personas que no tienen miedo a hablar en público, o al menos así lo aparentan, lo controlan. Esto es porque en un momento de su vida han aprendido a no tenerlo o a controlarlo.
Siempre estamos a tiempo de aprender, todos  nosotros. Esta es la magia del cerebro humano: la flexibilidad.